Fumar un cigarro nada tiene que ver con fumar un cigarrillo. Las prisas con las que uno se enciende y consume un cigarrillo están muy lejos del tiempo que se emplea para degustar un cigarro Premium. “El cigarro es enemigo de los problemas y de la prisa. El cigarro es pasión en la fumada, es enamorarse, es lo más cercano a enamorarse porque se utilizan los cinco sentidos”. Así define el Brand Ambassador de La Aurora Wascar Aracena cómo debe ser el acto de fumar un cigarro Premium.
Y es que para captar por completo la configuración de un cigarro hay que hacer uso de los cinco sentidos:
- Oído: para detectar el grado de humedad y saber si se puede encender el cigarro en ese momento o no.
- Tacto: para acariciarlo y sentirlo, con el fin de verificar que no tenga baches o bultos, porque estos varían la fumada.
- Vista: para ver la sedosidad, el brillo, las venas del tabaco…
- Gusto: las papilas gustativas detectan en el humo las sensaciones que nos evoca ese cigarro: notas dulces, saladas, amargas etcétera.
- Olfato: además de las fosas nasales –donde se detectan notas y matices del cigarro–, el gran fumador de cigarros debe en algún momento emplear la vía retronasal (boca/nariz) porque es lo que permite identificar la verdadera fortaleza del cigarro y los aromas del tabaco.
Una vez hemos inspeccionado que el cigarro carece de daños o imperfecciones, se realiza un corte de entre 1 y 2 milímetros con un utensilio adecuado para el cigarro escogido en esa primera pequeña capa que le coloca el maestro torcedor arriba. Después, hay que colocarse el cigarro en la boca para verificar el tiro, es decir, la capacidad de absorción que nos da (cada persona tiene una capacidad de absorción diferente: a algunos les gusta suave, a otros medio-alto), pero también para identificar de qué está hecho el tabaco. “Ya nos empieza a hablar; ya se saborea”, dice Wascar Aracena.
Entonces, llega el momento de encender el pie del cigarro. Cuando la combustión de la llama es con gas, lo ideal es no pegarlo para que no se achicharre el cigarro ni se sobrecaliente. Para prenderlo, hay que girar el cigarro sobre la llama, de forma que el tabaco que una vez fue marrón o negro comienza a transformarse en un punto luminoso, momento en el que ya se puede llevar a la boca. Es posible soplar suavemente para ver las brasas y asegurase de que se quema uniformemente.
Para disfrutar completamente de un cigarro, es importante:
- Elegir bien el sitio en el que se va a fumar, una cuestión relevante para decidir el tamaño y la fuerza del cigarro; y tener en cuenta el tiempo del que se dispone para fumarlo, disfrutarlo y poder terminarlo.
- Tener las manos limpias y sin perfume, puesto que se puede traspasar al cigarro y alterar sus sabores y aromas.
- Fumar desde distintos ángulos de la boca para sentir todos sus componentes, puesto que en cada parte de la lengua se detectan unos sabores: atrás amargo, en los laterales traseros ácido/agrio, en las partes delanteras los toques amargos y en la punta, lo dulce. En el centro, se siente el quinto y último sabor descubierto, umami.