De la planta al cigarro: los procesos de la hoja de tabaco

Como todos los buenos productos, las hojas de tabaco también necesitan un tiempo prolongado desde que se cosechan de la planta hasta que llegan al cigarro. La hoja fresca, verde y húmeda que se recoge del campo en el que se cultivan las plantas de tabaco, debe pasar una serie de procesos para adquirir el color, la textura y la humedad requeridas para formar parte de un cigarro, así como los aromas y sabores que se sienten en la fumada.

Cosechar una planta de tabaco lleva alrededor de un mes, desde que se inicia el primer corte hasta que se recolecta la última hoja. En ella, el agricultor va recogiendo las hojas desde los pisos inferiores de la planta hasta el superior, si las condiciones meteorológicas lo permiten, según explica el Brand Ambassador de La Aurora, Wascar Aracena.

Los pasos que sigue una hoja de tabaco desde que se cosecha la planta hasta terminar en los puros son:

  • Curado: mientras se va recolectando el tabaco en el campo, se va llevando a un rancho, donde se atan o amarran en los cujes o sartas con hilos de diferentes colores para identificar el corte al cual corresponde el piso foliar para el proceso de curado. El curado necesita de 40 a 50 días dependiendo de la variedad de tabaco. Hay tres factores que entran en juego: la humedad, la temperatura y la velocidad del aire, con los que se va jugando moviendo los cujes o las sartas para que el aire actúe en el curado.
    Cuando las hojas son llevadas al rancho de curación las hojas llevan entre un 80% y un 85% de agua. Esta humedad es importante para iniciar el proceso de curado, ya que se aprovecha para el cambio de color verde de las hojas a amarillo. En la segunda etapa del proceso, se transforma el color amarillo a color marrón y la última etapa del proceso de curado es completamente física, donde se busca el secado del paño y las venas principales. Finalmente, el tabaco ya seco se somete a humedades y secado intermitentemente para uniformizar los colores del paño de la hoja.

  • Añejamiento pre- fermentativo (Tabaco en Rama): una vez que llega el tabaco a los almacenes de los procesadores, se somete a una separación por textura, clasificación por tamaño y deshidratación. Posteriormente, se somete al primer proceso de añejamiento (mínimo tres meses) previo a la fermentación antes del despalille. Durante este proceso de añejamiento, el tabaco adquiere la consistencia necesaria para soportar las humedades a las cuales se somete para el proceso de fermentación. 
  • Fermentación: es un proceso intenso y controlado con duración mínima de un año, donde el calor produce cambios importantes en la composición química de las hojas. Los almidones del tabaco verde se transforman en azúcares y se liberan nitrógenos amoniacales, haciendo fumable la hoja de tabaco. “Mientras más completa sea la fermentación, más equilibrada será la fumada”, dice el Brand Ambassador de La Aurora.
    Se desmontan las sartas y se van colocando en unos pilones, por pisos foliares bien identificados, una hoja contra la otra. El proceso de fermentación es totalmente natural. La combinación de la humedad de las hojas y la presión (densidad) de una hoja sobre otra en los pilones genera calor, que hace que se reproduzcan las bacterias encargadas de la fermentación. Este primer proceso dura unas seis semanas antes de que las hojas sean sometidas al despalille. El tabaco se puede fermentar 2, 3 y 4 veces.
  • Despalillado de la tripa: en las hojas de tabaco para la tripa se despalillan dos tercios desde la cabeza de la hoja hacia las puntas; mientras en el caso del capote, se despalilla la hoja eliminando el cien por cien de la vena principal. En ambos casos se rezagan (seleccionan y separan) por textura, por nivel de daño y se clasifican por tamaño grandes, medianas y pequeñas.
  • Añejamiento: normalmente, las hojas se colocan en pacas durante entre dos y cinco años. “Cuanto mejor es la técnica de añejamiento, mejor sabor y aroma desarrollará el tabaco”, apunta Aracena.

Como un cigarro tiene tres tipos de tabacos (tripa, capote y capa), cada una se maneja con humedades diferentes: la tripa tiene un 16-17 por ciento de humedad; el capote, del 16 al  17  por ciento; y la capa entre un 18 y un 20 por ciento. Lo que se busca en ese añejamiento es la homogeneización de las humedades, las cuales todavía se notan cuando se va quemando el cigarro al encenderlo: el tabaco quema de manera irregular, siendo la capa la que se quema más lentamente.

La Aurora es el único fabricante con un doble añejamiento en sus líneas Super Premium (barricas de ron). Para la elaboración de un cigarro Preferido se invierte una media de nueve años, con dos añejamientos. El segundo añejamiento es en barricas de roble que tuvieron ron en su interior, lo que da un toque característico a los productos de La Aurora: notas bien marcadas de madera y tostado de la barrica. El último añejamiento se da una vez que se hace el cigarro.

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