Los sabores que desprende un cigarro a la hora de degustarlo dependen de distintos factores y agentes a lo largo de todo el proceso desde que se cultiva la semilla de la planta de tabaco hasta que se rola el cigarro. Pero hay tres pasos claves en todo este largo recorrido.
Además del piso foliar que ocupa la hoja de tabaco en la planta –ya que según su posición tendrá una composición química diferente,– los tres pasos fundamentales que le imprimen sus características al tabaco son:
El curado
Es el proceso de secado de las hojas de tabaco en el rancho después de su recolección en el campo. Como un paisaje otoñal, las hojas cambian de color de verde a amarilo y, por último, se vuelven marrones. El aroma y el sabor del tabaco dependerá de la forma en la que se realice el curado. En este proceso, entran en juego la humedad, la temperatura y la velocidad del aire. Se va jugando con ellos moviendo las hojas amarradas en cujes o sartas de manera que el aire actúe en el curado del tabaco. Al llegar las hojas al rancho, tienen una humedad de entorno al 80-85 %, que irán perdiendo en este proceso de entre 40 y 50 días, dependiendo del tipo de tabaco.
La fermentación
Es el siguiente paso tras el curado. Las sartas se desmontan y se colocan las hojas en pilones ordenadas por pisos foliares. Se trata de un proceso natural intenso y controlado que dura alrededor de 2 años y medio. En este caso, el calor que se produce por la combinación de la humedad que queda en las hojas y la presión de una hoja sobre hace que se reproduzcan bacterias encargadas de la fermentación. De esta manera, se realizan cambios importantes en la composición química de la hoja. Los almidones típicos del tabaco verde se transforman en azúcares reductores y se liberan nitrógenos amoniacales, lo que hace que la hoja de tabaco sea fumable. Es un paso que dura aproximadamente seis semanas; pero se puede realizar varias veces. Mientras más completa sea la fermentación, más equilibrada y placentera será la fumada.
El añejamiento del tabaco
Es un proceso lento que le sigue a la fermentación. Normalmente, las hojas se colocan en pacas durante un periodo de 2 a 5 años. Cuanto mejor sea la técnica de añejamiento, mejor sabor y aroma desarrollará el tabaco. La Aurora es el único fabricante con un doble añejamiento en sus líneas super premium (barricas de ron).
Un ejemplo de ello es que para la elaboración de un Preferido se invierte una media de nueve años, con dos añejamientos.