El torcedor, clave para un cigarro perfecto

Los cigarros se pueden confeccionar a mano, mecanizados o de una manera mixta, es decir, formando el empuño a máquina con tripa y capote y rolando la capa a mano. El torcedor de cigarros tiene un papel fundamental en los procesos manuales. De hecho, dada su relevante tarea en el proceso de elaboración de cigarros rolados a mano, se suele tardar muchos años en ascender a la categoría de maestro torcedor.

Después de los pasos de cultivo de la planta de tabaco, recolección, curado, fermentación, añejamiento y selección de las hojas para la elaboración del cigarro, llega el turno del torcedor de puros, que desarrolla su trabajo en la fábrica, normalmente, en un área amplia e iluminada. Una vez que el tabaco está listo, los pasos que se dan a la hora de torcer un cigarro son:

  • Moldear la tripa: se disponen las hojas de tabaco en forma de cilindro de tal manera que pueda pasar aire para que el cigarro tire al fumarlo y se pueda sentir la mezcla.
  • Colocar el capote sobre la tripa y moldear el cigarro: esta hoja de tabaco sujeta la mezcla del cigarro y tras colocarla, el torcedor moldea el cigarro con la chaveta.
  • Prensar el puro: los cigarros se meten en moldes de diez cigarros y se prensan aplicando presión con una prensa.
  • Preparar la hoja de la capa, cortarla y torcer la capa sobre el cigarro.
  • Elaborar la perilla del cigarro.
  • Cortar el cigarro a la medida correcta y revisarlo.

Para toda esta labor, la primera cualidad que debe tener un torcedor es “conciencia”, según dice el maestro de La Aurora Luis López, quien tras 24 años de torcedor ahora es supervisor de planta. “Yo creo que eso es lo mejor que hay: conciencia para hacer los puros, porque van al mercado; los van a degustar. En la conciencia va todo”, afirma.

López, que lleva en La Aurora desde hace 39 años, explica cómo rolar los cigarros para que estén bien torcidos. “Hay que abrir bien la capa, tenderla bien para rolarlo, acotejar bien el tabaco en la tripa y hacer una buena cabeza. Todo eso hay que hacerlo con conciencia; para que el fumador pueda degustar el puro a gusto”, señala.

El momento más complicado a la hora de rolar un cigarro es al colocar la capa, puesto que, según el maestro López, “se puede estropear un cigarro”. Hay que tener un buen tacto para determinar si un cigarro está mal construido. Esto sucede cuando:

  • El tabaco queda retorcido.
  • El cigarro no está recto.
  • El tabaco está húmedo.
  • El puro tiene baches.
  • El cigarro posee exceso de tabaco o le falta tabaco.

A la hora de fumar, estos problemas se notan mucho, porque si falta tabaco, entra mucho aire y si sobra, pasa poco aire. “Tiene que estar equilibrado para que salga una fumada buena, perfecta”, dice Luis López, quien aprendió el oficio con sus padres, que hacían puros para vender en el mercado local del pueblo.

No todos los puros son iguales en cuanto a nivel de dificultad. A su juicio, el lancero –un cigarro fino y largo– es muy complicado de rolar, por lo que entiende que no lo puede hacer cualquiera. También apunta a los puros doble figurado como muy complejos, con los que se debe tener más cuidado a la hora de rolarlos. Los más fáciles son los más gruesos y un poco cortos, según López.

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